Favor de tomar en cuenta que este podcast ha sido traducido, y cuenta con la participación de actores en el lugar de los conductores e invitados.
Helen Westmoreland: Bienvenidos una vez más a Notes From the Backpack, un podcast de la PTA. Soy Helen Westmoreland. Hoy conduzco el programa sola, pero me emociona poder presentarles a mi nueva coanfritriona pronto. Hoy hablaremos de un tema que sé que es cercano al corazón de muchos: cómo navegar por las transiciones escolares. En lo personal, esto es importante para mí porque el mes pasado mi hija empezó el Pre-K y finalmente estamos asentándonos, pero el verano anterior, cuando intentamos que hiciera la transición a la guardería, la primera vez, las cosas no salieron tan bien. Cómo navegar por las transiciones escolares también es un tema oportuno dado que estamos por volver a la escuela. Comenzar en una nueva escuela, o incluso en un nuevo grado, puede ser desafiante; no solo para los niños, sino también para sus padres. Me alegra mucho que hoy nos acompaña la experta en desarrollo infantil Deborah Farmer-Kris.
Deborah no solo es experta en desarrollo infantil, sino que también es la fundadora de Parenthood 365 y columnista sobre crianza de los hijos para PBS Kids. También es la autora de la serie de libros ilustrados All the time. Su trabajo ha sido destacado en el Washington Post, la Boston Globe Magazine y en Oprah Daily. Deborah ha impartido clases en casi todos los grados y ha sido administradora escolar. Vive en Massachusetts con su esposo y sus dos hijos.
Bienvenida, Deborah. Gracias por acompañarnos.
Deborah Farmer-Kris: Muchas gracias por invitarme.
Helen Westmoreland: Es maravilloso estar aquí contigo. Bueno, nos encantaría comenzar escuchando un poco sobre ti y sobre lo que despertó tu interés por esta área de trabajo.
Deborah Farmer-Kris: Me convertí en profesora recién salida de la universidad. Había estudiado educación primaria, pero mi primer trabajo, de hecho, fue enseñando en una escuela de nivel medio. Y si quieres hablar de transiciones escolares, no hay nada como el nivel medio. Todas las transiciones están ocurriendo. Terminé como administradora por un rato en una escuela K-8. He imparatido clases en nivel medio y superior, he ayudado con admisiones escolares y he estado promoviendo mi libro en el preescolar.
Así que he visto el rango, y lo que me encanta de esto es que si hay algo que sé sobre ser padre, es que se trata de mirar a futuro. Y una de las cosas que me encantan de haber dado clases para todas las edades es que puedes ver este crecimiento y las cosas que se sienten como crisis. Es ese recordatorio de que si te vas hasta los 30,000 pies, las cosas que hacemos por los niños no son en vano, y que cada etapa eventualmente termina. Entonces, ya sea que estés a la mitad de enseñarle a tu hijo a ir al baño o de criar preadolescentes histéricos, ninguna etapa dura para siempre.
Helen Westmoreland: Ese es el mejor consejo. Bueno, entremos más en el tema. Obviamente, al principio del episodio escuchaste que yo tengo una hija de cuatro años, así que me encantaría empezar con los más pequeñitos. ¿Qué consejos tienes para los niños que están por empezar en la escuela por primera vez, y qué deberían hacer sus padres para prepararlos?
Deborah Farmer-Kris: Siempre regreso a Fred Rogers, que es como mi gurú de crianza de los hijos. Él era estupendo desmenuzando las preocupaciones de los niños en pedacitos fáciles de digerir. Y una de las cosas que dijo fue que cuando los niños saben por anticipado qué es lo que va a ocurrir, pueden prepararse y acostumbrarse a lo que sienten al respecto. Así que algo muy útil antes de que los niños empiecen en la escuela, y esto sirve tanto para niños de cuatro como de catorce años, es asegurarnos de que estemos hablando en términos muy concretos de lo que pueden esperar: los nombres de sus profesores, cómo van a llegar a la escuela, cómo va a lucir la fila para el almuerzo, si van a tener una fila para el almuerzo, quién va a recogerlos. Son esos detallitos. A veces nos preocupamos globalmente sobre si harán amigos y lo que aprenderán, y cosas así. Pero a menudo, lo que en realidad preocupa a nuestros niños son cosas como “¿dónde me tocará sentarme en el autobús?”.
¿Cómo lucen todas estas cosas? Otra buena idea es ir a las bibliotecas. Todas las bibliotecas públicas actualmente tienen en exhibición sus libros de regreso a clases. Vayan, tomen un par, léanlos, vean cómo son las preguntas y simplemente comiencen a hablar sobre cómo va a lucir la rutina de la mañana, pues mientras más sepan sus hijos, más podrán prepararse, porque siempre habrá cosas inesperadas en la escuela.
Si ellos ven algo como que el nombre de su profesor es tal, esa es una cosa menos de qué preocuparse al entrar a la escuela, porque el cambio es inherentemente estresante, incluso el cambio bueno, porque el estrés es el mecanismo de defensa natural cuando las cosas son nuevas o desafiantes. Entonces entramos en alerta, y es algo que está diseñado para protegernos. Cuando los niños están entrando en un nuevo entorno, les provocará estrés. Esto no significa que sea algo negativo, o si llegan a casa llorando, que hayan tenido el peor día del mundo; es solo que el funcionamiento de su cuerpo podría estar limitado por el estrés. Sí toma tiempo acostumbrarse. Una de las mejores cosas que he escuchado vino de una profesora que adoro del jardín de niños. Ella siempre les dice a los padres que toma aproximadamente seis semanas para que los niños se acostumbren por completo a estar en la escuela.
Algunos lo hacen antes, algunos después, pero ella lleva 30 años dedicándose a esto y sabe que va a haber muchos berrinches al llegar a casa durante esas primeras seis semanas, porque han estado esforzándose mucho por hacer todo bien y mantenerse bajo control. Nosotros como padres somos su espacio seguro, así que van a llegar a casa y van a colapsar, y nosotros como mamis y papis protectores vamos a decir: “Ay, no, ¿qué está pasando en la escuela?”. Pero lo más probable es que todo en la escuela vaya bien. Pero ellos van a llegar a casa exhaustos, hambrientos, gruñones y listos para tomar su siesta, listos para ese tiempo de descanso. Así que prepárense para algo de emociones extra al inicio, y si están preparados, entonces pueden mantenerse tranquilos y ser la calma en la tormenta de sus hijos.
Helen Westmoreland: Wow, qué buen consejo. Especialmente la parte sobre desmenuzar sus preocupaciones. Yo vi que lo que más preocupaba a mi hija era ser la primera y la última en la clase; o sea, antes de que llegaran todos los demás. Esa era su mayor preocupación. Y tienes razón. Si podemos preguntarles: “¿Qué es lo que te preocupa y cómo podemos hablarlo?”, claro que ayuda.
Deborah Farmer-Kris: Sí. Hace diez años estaba reemplazando a una profesora en una clase de jardín de niños. Coloqué el horario en el pizarrón y ya estaba lista para comenzar, pero dos niños entraron al aula y rompieron en llanto cuando miraron el horario. Ahí me di cuenta de que había olvidado incluir el horario del almuerzo, así que ellos asumieron que ese día no comerían el almuerzo. Me sirvió como un increíble recordatorio de que nuestros niños realmente anhelan predictibilidad y rutina. Pero a nuestros cerebros les toma un tiempo acostumbrarse a las nuevas rutinas. Es por eso que todos estos detallitos, incluso si tienes uno nuevo… Empezar con la hora de dormir una semana antes, o incluso practicar empacar la mochila el día anterior para no tener que hacerlo en la mañana. Cualquier cosa que pueda ayudar a que ese primer día sea un poco más suave es un regalo para nuestros niños, y para nosotros también, obviamente.
Helen Westmoreland: Sí. Bueno, ¿hay algún consejo que te gustaría dar? Obviamente estamos hablando un poco sobre los pequeñitos. Conforme los niños crecen, ¿hay algo que debamos hacer diferente como padres? Cuando hablamos de preparar a nuestros hijos para el nivel medio, por ejemplo, ¿hay que cambiar algo o son válidos los mismos consejos?
Deborah Farmer-Kris: Son válidos los mismos consejos, pero suben de nivel para ellos. Tal vez ellos no necesariamente quieran oírlo de nosotros. Entonces puede ser útil, por ejemplo, ponerlos en contacto con un vecino que ya haya pasado por el noveno grado y que pueda hablar con ellos, o con algún hermano o primo mayor; alguien a quien puedan hacerle sus preguntas como: “¿Cómo son en realidad los pasillos de la secundaria?”. Porque como padres, puede que no sepamos. Tenemos un poco menos de recursos. Así que si puedes ponerlo en contacto con alguien que ya haya pasado por eso, o si puedes ponerte en contacto con algún padre que ya haya estado ahí antes y que pueda contarte sobre la experiencia del séptimo o noveno grado, es información muy útil para nosotros.
Recuerdo una vez, antes de comenzar la secundaria, que me senté con mi hermana en la hamaca. Ella es cinco años mayor que yo. La acribillé con preguntas sobre todos los profesores, y sobre cómo era el almuerzo, y sobre dónde se sentaba la gente y sobre otras cosas que no quería preguntarle a mi mamá y que probablemente no hubiera podido responderme. Pero tenía una hermana mayor. Y puede ser que no tengan eso en su familia, pero ahí es cuando pueden acudir a su comunidad para asegurar que puedan sacar algunas de esas preguntas. Pero la otra cosa de la que querrán asegurarse es de que sus hijos sepan que ustedes también están prestando atención. Así que familiarícense con su horario de clases. No tienen que exagerar y estar encima de ellos, pero es bueno decir: “Ah, tienes a tal y tal para la clase de inglés, he escuchado cosas buenas sobre él”. Mostrar ese interés abre la puerta y mantiene esas líneas de comunicación abiertas para sus hijos.
E incluso con los más grandes, sé qué es difícil, es importante hablar desde el principio sobre la importancia de dormir bien; no hablar necesariamente de lo negativo, como: “Si no duermes lo suficiente, te pasará tal cosa”, sino algo como: “Si duermes bien, te va a ir mejor en los exámenes porque vas a recordar la información más rápido. Te va a ir mejor en los deportes porque tu tiempo de respuesta va a ser mejor”. Hay que hacer que entiendan por qué dormir es una estrategia de estudio tan crucial para nuestros adolescentes, porque hará una gran diferencia en su vida emocional si están durmiendo adecuadamente en la secundaria. Esa es otra conversación que hay que empezar a tener con ellos ahora.
Helen Westmoreland: Sí, eso es bueno. Algo que escucho mucho de los padres, y que hasta cierto punto es real… Yo lo experimenté con mi hija el verano pasado, cuando tuvimos lo que conozco como nuestro falso inicio de clases. Fue alrededor de la quinta o sexta semana. Pero una de mis preocupaciones, y creo que muchos padres la comparten, es que cuando has tenido un hijo en una situación más pequeña, como la escuela primaria, y de pronto pasas a una escuela secundaria de mil personas, o cuando, por ejemplo, pasas de un entorno cercano con una niñera a un aula por primera vez. ¿Esa preocupación de los padres está sustentada en investigaciones? Y ¿qué consejo tienes para los padres que están particularmente preocupados por el tamaño y la magnitud de la comunidad?
Deborah Farmer-Kris: Bueno, está sustentada en investigaciones en el sentido de que un gran cambio puede provocar estrés, y algunos de nuestros niños se ajustarán más fáciles que otros. Y parte de eso depende del temperamento. Así que podrías tener un niño que diga: “Santo cielo, qué emoción entrar a un ambiente tan grande”, y de pronto ya hicieron amigos y ya tienen un conjunto de preocupaciones distinto, mientras que otros podrían tener un temperamento más introvertido, y podría tomarles más tiempo encontrar a su gente.
Es importante recordarles, por ejemplo, que si en la escuela primaria ya hicieron amigos, los volverán a hacer en la secundaria; que puede tomarles tiempo encontrar a su gente, pero que la encontrarán. También hay que promover que participen en actividades extracurriculares, porque a esa edad, ellos suelen crear amistades con base en los intereses en común. En el jardín de niños son amigos porque están todos en la misma clase. Cuando están en octavo grado, podrían ser amigos porque les gusta la misma música o porque a ambos les gusta el fútbol soccer o la robótica. Entonces es importante comenzar a prestar atención a los intereses de nuestros hijos, porque los pasatiempos a esa edad son muy importantes, y tratar de dirigirlos a lo chico dentro de lo grande; o sea, ¿cómo hacemos que lo grande sea tan solo un poco más chico?
Puede ser muy bueno involucrar a un consejero si hay algún programa de consejería en la escuela, porque los hijos realmente no quieren escucharnos solo a nosotros a esa edad. O, de nuevo, involucrar a ese primo mayor para que les diga algo como: “Oye, ¿sabes qué club es genial para tu edad?”. Pero si lo único que hacen es ir a clases en un ambiente grande, eso puede dificultar que algunos estudiantes encuentren a su gente. Y es ahí donde involucrarlos en algún deporte o club, o algo por el estilo, puede delimitar un poco más las cosas y ayudarlos a ajustarse. Algo que veo muy seguido con los estudiantes de noveno grado es que el primer semestre es bastante duro, y después encuentran su ritmo. Sí lo encuentran. Y a menudo, encuentran el ritmo cuando encuentran uno o dos amigos cercanos. Entonces, si se acaban de mudar, o si el entorno es demasiado grande, o si están haciendo una transición entre amistades, lo que también ocurre a esta edad, y esto también pueden decírselo a los niños, tu mejor amigo en el último año de secundaria casi nunca será el mismo que el que tenías en séptimo grado.
Entonces, cuando de pronto les resulta muy aterrador haberse separado de sus amigos cercanos y tener que navegar por un entorno nuevo, y tú como padre estás todo activado debido al estrés social, ese es un buen recordatorio. Más del 90% de la gente en su último grado de secundaria no identifica a su mejor amigo como el mismo del séptimo grado, y eso no es algo malo. Simplemente significa que estamos evolucionando, que nuestras amistades están evolucionando, y que estamos encontrando intereses en quienes somos, pero eso significa que en cierto punto hubo alguna disrupción en las amistades, y eso puede ser doloroso. Pero si mantenemos esa perspectiva a futuro, si siempre han hecho amigos, entonces los volverán a hacer. Eso puede ser muy útil para los niños.
Helen Westmoreland: Qué buen consejo. Me gustaría profundizar un poco en la línea del tiempo, porque hablé de la marca de la quinta o sexta semana, y tú dijiste que toma al menos seis semanas, pero podría tomar un semestre entero, dependiendo de tu hijo. ¿Qué sugerirías que los padres eviten hacer si a sus hijos les está tomando un poco más de tiempo hacer la transición? Ya hablamos sobre algunas de las cosas que hay que hacer. ¿Cuáles son algunas de las cosas que no hay que hacer y que los padres deberían tener en cuenta?
Deborah Farmer-Kris: Me gusta hacer una distinción entre nuestras reacciones y nuestras respuestas, porque todos tenemos reacciones emocionales, y es algo normal. Y como dice mi libro, tenemos sentimientos todo el tiempo, y como padres los vamos a tener. Si tu hijo se sube al auto llorando, tu instinto va a ser sacar el teléfono y mandarle un mensaje a la profesora inmediatamente porque tu hijo te dijo que la profesora le dijo algo ofensivo en clase, y ahora está llorando. Realmente les sugiero abstenerse de contactar a un profesor durante una crisis emocional de sus hijos, porque ese punto álgido emocional va a pasar. Y cuando están en medio de una tormenta emocional, su sentido del razonamiento está desactivado, y es algo normal.
Esa tormenta eventualmente pasará, y entonces conocerán más sobre lo que realmente pasó. A veces basta con que pase la tormenta. O sea, a veces la tormenta pasa y luego ya están bien. Se comen su golosina, se van a jugar y lo procesan por sí mismos. No hace falta que nos involucremos. Pero a veces la tormenta pasa y nos dicen: “Estoy muy molesto. Lo que me hizo la profesora fue muy injusto”. Entonces se vuelve algo en lo que dices: “¿Qué quieres hacer al respecto? Eso suena difícil. ¿Cómo quieres manejarlo?”. Ahí se lo devolvemos al niño en vez de que nosotros debamos intervenir para resolverle todos los problemas. Porque cuando intervenimos, les estamos diciendo que ellos no pueden enfrentarlo solos y que necesitan que nosotros se los resolvamos. Y entonces podemos avisarle a la profesora: “Oiga, mi hijo podría ir a hablar con usted. Estaba un poco molesto por tal cosa, así que tal vez acuda con usted para hablar al respecto”. Eso puede ser útil. Pero como profesora y administradora sé que cuando recibes ese correo a las 3:30, nunca es algo bueno.
Date a ti y a tu hijo tiempo para tranquilizarse, y si hay algún profesor escuchando, no es necesario que respondas a las 3:30. Permite que se tranquilicen. Porque más tarde podrías recibir otro correo diciendo que todo está bien y que no tienes que intervenir. Querrás darles algo de espacio y permitir la reacción emocional. Una respuesta es lo que haces conscientemente con la emoción más tarde. Si notas que tienen dificultades, querrás prestar atención, hacerles preguntas, mantener abiertos los canales de comunicación.
Querrás ver si ellos pueden resolverlo juntos y expresarles tu convicción de que sí pueden. “Gracias por decirme lo que pasó. ¿Cómo quieres manejar esto? ¿Qué ayuda necesitas de mi parte? ¿Quieres desahogarte nada más? ¿Estás buscando mi ayuda?”. Esa es una gran pregunta para hacerles a los adolescentes y jóvenes. ¿Están esperando que hagas algo? Usualmente no, solo quieren a alguien que los escuche. Y entonces, lo que hay que hacer en términos de, digamos, los profesores, es comunicarse proactivamente. Si tienes un estudiante de escuela primaria, si no regresan a clases hasta finales de septiembre, entonces puedes enviar ese correo por anticipado para presentarte, agradecer, y expresar tu emoción de que el niño estará ahí; cualquier cosa para crear esos canales de comunicación.
Y si es un estudiante más grande y notas que se les están dificultando mucho las matemáticas por las noches, es bueno avisarle al profesor. “Estoy notando” es una gran frase para comenzar. “Estoy notando que mi hijo se tarda una hora en sus tareas cada noche, ¿podría hablar con él?”. Eso preserva la relación entre el profesor y el estudiante, pero también le dice al profesor: “Estoy prestando atención. Yo soy su aliado en esto”.
Helen Westmoreland: Sí, me gusta eso de empoderar a los hijos para que resuelvan sus propios problemas. Esa es una habilidad que todos queremos en nuestros hijos. Ahora, me gustaría retomar algo que dijiste sobre lo que los profesores podrían hacer. Mi experiencia con mi pequeña en dos entornos distintos de guarderías es como el día y la noche en cuanto a todo lo que hizo la escuela para la transición. Esta ha estado muchísimo mejor. ¿Se debe a que ella es más grande? ¿Es debido a que tengo un poco más de confianza y le estoy dando un poco más de espacio?
¿Es porque la escuela hizo tantas cosas? No sé, pero lo que la escuela hizo me dejó muy impresionada. ¿Podrías hablar un poco más sobre algunas de las mejores prácticas que las familias, particularmente si pertenecen a una PTA o si su posición les permite influir en su comunidad escolar, pueden aplicar para facilitarles a los niños las transiciones mientras cambian de escuela o grado, o incluso si vienen de otro país?
Deborah Farmer-Kris: Si pudiera ondear mi varita mágica, aquí hay algunas cosas. Y obviamente las escuelas no pueden hacerlas todas, y pueden sentirse abrumadas. Pero honestamente, todo lo que pasa al inicio es tiempo bien invertido. Hablamos sobre los primeros 30 días de clases cuando eres profesor. Si manejas bien esos primeros días y logras establecer esas relaciones, el resto del año será más fácil. Y creo que eso también es cierto para los administradores escolares. ¿Esas primeras comunicaciones con los padres son amigables? ¿Puedes pedirle que alguien las lea para saber cuál es el tono? Si es simplemente una lista de necesidades y no hay algo como “estamos muy entusiasmados de recibir a su hijo”… Es bueno alentar a los profesores a enviar un correo amigable.
Algunos profesores envían notas escritas a mano. Eso es fantástico, me fascina. Pero al menos un correo. Santo cielo, ¡cada vez que mis hijos reciben un correo o una carta de su profesor, la leen como seis veces! Y siempre recuerdan: “Tengo un gato llamado Sprinkles, y me encantan las gomitas de oso y fui de expedición a las Adirondacks este verano”. Y los niños se memorizan toda esta información porque están tratando de buscarle sentido a lo que está por venir. Así que los pequeños correos amigables antes del comienzo del año dicen: “Hay alguien listo de este lado para darte la bienvenida”.
Dependiendo del entorno escolar, también pueden hacer cosas como esta. En la escuela a la que asisten mis hijos, yo enviaría un correo a los demás padres diciendo: “Está este parque local. Podemos ir a reunirnos de cuatro a seis. Llevaré etiquetas para nombres y paletas heladas. No es algo patrocinado por la escuela”. Aunque sí he visto escuelas patrocinando cosas así, como un encuentro entre la gente del jardín de niños, y no es obligatorio ir, pero es una buena oportunidad para que los niños vengan y conozcan a otros niños.
Cualquier cosa antes del inicio de clases que pueda ayudarlos a sentirse bienvenidos. Si esta es una de esas escuelas en las que todos han estado juntos siempre y no hay tantos estudiantes nuevos cada año, con la intención de promover las nuevas amistades, si solo hay tres o cuatro estudiantes nuevos en un grado, es bueno pensar en quién es esa persona que podría ser su amigo, de modo que entren a la escuela sintiendo que tienen al menos un rostro familiar y al menos un amigo.
Helen Westmoreland: Sí, casi pareciera que son las mismas lecciones que cuando estás empezando en un nuevo trabajo. Ten un plan, sé intencional, ten personas a las que puedas acudir y que sepas quiénes son. Para mí y mi hija, una de las cosas que hizo la escuela que hizo una gran diferencia es que en su boletín de bienvenida incluyeron las fotos de todos los que trabajaban en el edificio y sus nombres, lo que es un gran paso, porque incluso si no es su profesora, sino una profesora que está en el mismo pasillo, hace que sea mucho más fácil conocer e identificar a los otros adultos del edificio. Ha sido de gran ayuda.
Deborah Farmer-Kris: Sí. Creo que eso es muy útil. Decirles a los padres, y a veces esto se puede encontrar incluso en el sitio web de la escuela, algo como: “Esta es la enfermera escolar, este es su nombre, aquí está su foto”, de modo que la primera vez que tu hijo tenga una cortada y tenga que acudir a la enfermería… Ya sabes, a algunos niños no les importa tanto, pero siempre hay muchos a los que los nuevos encuentros les causan ansiedad o estrés. Entonces, poder decir: “Ah, hay una enfermera ahí, así que si te llegaras a lastimar, puedes acudir con ella”. O: “Aquí está una foto de la bibliotecaria. Ella te ayudará a buscar libros”. Esto les crea una comunidad.
Esta es toda la gente... Pienso en la serie del vecindario de Mr. Roger, ¿no? O sea, esta es la gente del vecindario que está aquí para apoyarte. Aquí están las personas de tu escuela que están para apoyarte. Tu profesora va a ser increíble, pero también hay una bibliotecaria. Hay personal de mantenimiento que ayudará, y queremos saber sus nombres también. Va a haber gente sirviéndote el almuerzo si es una escuela con ese servicio. Y siempre querrás agradecer cuando te den eso. Los va a hacer sentir bien porque están trabajando duro. Así que es bueno mostrarles que de muchas maneras este es su mundo. Cuando no están contigo, este es su universo, así que es importante hacer que se acostumbren a la gente de su universo, pero esta también es una buena oportunidad para enseñarles que siempre deben agradecer. Deben estar conscientes de que deben limpiar lo que ensucien, porque en la tarde alguien va a venir a limpiarlo, y debemos asegurarnos. Los profesores son buenos haciendo esto, pero ese es un gran refuerzo para todas esas fortalezas del carácter que queremos desarrollar en nuestros hijos. Hay que enseñarles que las cosas no ocurren por sí solas; que los profesores están trabajando duro. El personal de la cafetería está trabajando duro. Todos están trabajando duro para que ellos tengan una gran experiencia.
Helen Westmoreland: Eso es muy positivo, me encanta. Por el otro lado, una de las cosas que sé que muchos niños dicen durante el periodo de transición, sin importar su edad, incluyendo a mi hija, es: “No quiero ir a la escuela”. Simplemente no quieren, y por más que escarbemos buscando el porqué, no lo encontramos. ¿Cuál es tu consejo para los padres que se encuentran en una situación así, con sus hijos resistiéndose a salir de la casa e ir a la escuela?
Deborah Farmer-Kris: Esa es una muy buena pregunta, y también una difícil, porque hay muchísimas razones distintas por las que un niño se resistiría a ir a la escuela. Algo que no queremos hacer es decir: “De acuerdo, puedes quedarte en casa por hoy”. Ellos tienen que percibir nuestra confianza en ellos cuando les digamos: “Tú puedes. Sé que puedes hacerlo. Subamos al auto”. Para los más pequeños, podrían ser pasos más chicos. “Solo subamos al auto”. Darle ese aviso a la profesora, trazar esa especie de plan que diga cómo será nuestra despedida especial; voy a darle un apretón de manos de despedida, darle un beso en la frente, darme la vuelta e irme, y como padre, tienes que irte. Porque frecuentemente, lo que sabemos como profesores es que en el momento en que los padres se van, los hijos están bien. Los más pequeños son propensos a la ansiedad por separación, y si decimos algo como: “Ay, cariño, lo siento tanto, yo también te voy a extrañar”, y mostramos nuestro estrés, entonces ellos piensan: “Santo cielo, ahora mi mamá está triste. Yo estoy triste, ella está triste. No podemos separarnos”.
Entonces, para los más pequeños es importante entrar en la rutina, y después de un rato, la rutina va a ser útil. Para algunos son dos semanas; para otros, seis. Para algunos podría ser un semestre muy duro, pero a los cerebros les encanta la rutina, justo como las rutinas para dormir. Sigan esa rutina matutina que siempre siguen. Denles ese apretón de manos especial y váyanse, y quizá pídanle a la profesora que les envíe un correo confirmando que su hijo está bien, si lo consideran necesario. Pero en la mayoría de los casos, eso es todo lo que ellos necesitan. Si tienen un hijo más grande a quien se le dificulta esto, de nuevo, llévenlos hasta la puerta de la escuela. También querrán contactar a los profesores después para escuchar cómo está su hijo una vez dentro. Sí, porque entonces pueden comenzar a identificar qué causa el problema. ¿Es un problema con el recreo? ¿Es ansiedad por las matemáticas?
Entonces pueden tener más conversaciones con sus hijos y trabajar juntos para buscar soluciones. Lo que no debemos hacer es alimentar su ansiedad con nuestra ansiedad. Y si bien no puedo hablar de cada caso en específico, todas las fuentes sobre ansiedad infantil son muy claras en que cuando nos ponemos ansiosos por la ansiedad de nuestros hijos, les estamos dando la razón y haciéndolos pensar: “Algo anda muy mal aquí. Mira a mamá. Ella también está preocupada”. Pero si le digo algo como: “Te vas a divertir mucho en el campamento esta semana”, si le estoy expresando mi confianza en él y manteniendo esas rutinas, esto le da ese punto de apoyo para probar nuevas cosas.
Ese es uno de los mejores consejos que puedo dar: debemos estar alerta a nuestra propia ansiedad cuando se trata de la ansiedad de nuestros hijos, porque a menudo una se alimenta de la otra. Hay un término científico llamado corregulación emocional, que es básicamente para los niños pequeños, que habla de cómo ellos aprenden a regular sus emociones con nosotros. Entonces, si nosotros comenzamos a ponernos ansiosos, ellos lo harán también. Si nos mantenemos tranquilos, les damos permiso para permanecer tranquilos también.
Helen Westmoreland: Ese es un gran consejo. Es difícil como padre mantener la ansiedad bajo control. Cuando tienes un hijo, te preocupas. ¿Les dará ansiedad? ¿Harán todas estas cosas? Pero concuerdo en que es muy importante porque los niños son como esponjas. Pueden detectar cómo nos sentimos.
Deborah Farmer-Kris: Son antropólogos. Están observándonos y determinando todo, ¿cierto? “¿Cómo está reaccionando mamá?”. Y aquí hay un ejemplo rápido de esto. El primer día de mi hija fue todo un desastre, al menos desde mi perspectiva como madre, porque la había entusiasmado mucho por estar en la clase de los Osos en el preescolar, pero recibí una llamada 30 minutos antes para decirme que accidentalmente la habían colocado en la clase equivocada porque esa era una clase bisemanal, así que tuvieron que cambiarla a la otra clase, y en la transición se le perdió el almuerzo. Y cuando la recogí, le había derramado agua a su cobija, que era su adoración.
Entonces la recojo y está con los ojos tristes, sosteniendo su cobija empapada. Había tenido que comer galletas saladas con queso para el almuerzo. Y parte de mí quería ir con el director y decirle: “¿Se da cuenta? ¿Cómo pudieron colocarla en la clase equivocada?”. Pero entonces pensé que mi hija me estaba observando, y que si hacía eso, estaría confirmándole que ese día había sido un desastre. Pero si en cambio puedo decirle: “Wow, ahora vas a estar en esta clase. ¡Qué emoción! Podemos poner esto a secar y asegurarnos de que mañana tengas un almuerzo extra especial. Estoy segura de que tendrás un gran día”, de pronto eso pone todo en perspectiva. No es que esté minimizando sus emociones; por supuesto que puede sollozar. Pero también estoy demostrándole que así es como lidiamos con las cosas. Y que yo estalle contra un profesor o a un administrador frente a ella nunca ayudará a esa relación.
Helen Westmoreland: No, no. Definitivamente siempre es todo un recorrido como madre o padre. Deborah, podría hablar contigo todo el día. No puedo creer que nuestro tiempo se haya ido volando tan rápido. Agradecemos mucho tu presencia en el programa. Antes de despedirnos, me encantaría darte una última oportunidad para compartir cualquier cosa que hayas compartido, o no, que te gustaría que nuestro público recordara de nuestra conversación.
Deborah Farmer-Kris: Les compartiré un pequeño consejo para cuando recojan a su hijo y le pregunten: “¿Cómo estuvo tu día?”, y les conteste que bien, y no logren hacer que les diga nada más, lo que es un punto de fricción. “¿Cómo estuvo tu día?” no es la pregunta correcta, pues a menudo no están listos para compartirlo en el instante en que se suben al auto. Podrían estar listos para compartirlo antes de la hora de dormir, pero para los más pequeños, las tres preguntas que siempre hago y que realmente son útiles para hablar del día son las del yuju, el ups y el bla. ¿Cuál fue tu yuju? ¿Qué cosa te pasó que haya sido divertida o emocionante? ¿Cuál fue tu ups? ¿Cuál fue un error que cometiste? Eso les da permiso de hablar sobre esto. Y ¿cuál fue tu bla? ¿Qué cosa no te hizo sentir tan bien? Normalizar estas cosas me ayudó a escuchar bastante sobre lo que estaba pasando que fuera tanto fuerte como positivo, y también sobre cosas que les causaran molestia, porque teníamos un mecanismo intrínseco para hablar de estas tres cosas. Entonces, el yuju, el ups y el bla me llevaron mucho más lejos cuando eran jóvenes que el “¿cómo estuvo tu día?”.
Helen Westmoreland: Oh, ¡voy a intentar eso hoy mismo! Si nuestro público quiere seguirte y conocer más sobre tu trabajo, ¿puedes compartirnos tu sitio web y tus redes sociales?
Deborah Farmer-Kris: Si visitan Parenthood365.com, 365 como los días del año, todos los enlaces a mis libros y mis redes sociales están ahí mismo, en la página principal.
Helen Westmoreland: Genial. Bueno, muchas gracias una vez más, Deborah, por acompañarnos.
Deborah Farmer-Kris: Gracias a ti.
Helen Westmoreland: A todos quienes nos escuchan, gracias por acompañarnos. Para más recursos relacionados al episodio de hoy, visiten NotesFromTheBackpack.com. Y también queremos decirles que es la semana de regreso a clases de la PTA Nacional. Visiten PTA.org/BackToSchool para todo tipo de recursos que les ayudarán a ustedes y a su familia a comenzar el año escolar.
Gracias por acompañarnos, nos vemos a la próxima.